miércoles, 26 de agosto de 2009

Comportamiento del poni por José Luis Carranco Vega


Nuestro nuevo poni debe acatar unas pocas, pero estrictas, normas hasta que le indiquemos que deje de ser poni para volver a su condición de esclavo/a humano. Jamás debe hablar, ni si quiera intentarlo, pues la mayor parte del tiempo se lo impide el bocado.

Durante los primeros adiestramientos es recomendable forzarle a que hable a base de preguntas, recriminaciones o lo que se nos ocurra para hacerle hablar cuando no debe. Eso nos proporcionará motivo de castigo y al poni, razones dolorosas que le harán ser más poni en adelante.

Sólo puede expresarse a través de relinchos, resoplidos, pataleos o miradas. Como la palabra clave para interrumpir no podrá (aunque lo intente) ser pronunciada, deberá ser sustituida por una actitud, gesto, postura o similar, como caer de rodillas, por ejemplo.

Debemos prestar especial cuidado a las limitaciones de nuestro poni y estar atentos a su resistencia, pues sufre un notable esfuerzo físico junto con una limitación en su expresividad, y aflojar el ritmo o hacer descansos ante la duda.

Tampoco podrá emplear las manos para nada, salvo cuando deba estar a cuatro patas. En ningún caso las utilizará de modo humano, como coger objetos, rascarse o tocarse. Aunque habitualmente le sea imposible por medio de arneses o ataduras, debemos reprimir esa tendencia en los momentos que no sea así. Además, la imposibilidad de tocarse le hará más sensible y agradecido a nuestras caricias, palmadas cariñosas en la grupa, rascarle la cabeza, etc.


Del mismo modo, es incapaz de alimentarse por sí mismo y depende de su amo/a, que decidirá lo que comerá, cuándo y cómo. Esto, que a priori parece casi una carga para su amo/a, en realidad da mucho juego como táctica de dominación y humillación. Imaginad que habéis dado una buena caminata por el monte (uno en el que no haya paseantes, o sea muy improbable) con vuestro poni, al que además habéis hecho correr de vez en cuando. Aún mejor si tenéis carro y es el poni quien tira mientras vosotros dirigís y llevaís la fusta para que mantenga el ritmo.

Al mediodía, amo/a y poni tienen un hambre de caballo, valga la redundancia. El hambre y vuestra fusta obligarán a comer al poni del bol que le habéis preparado con algo entre humano y herbívoro como lechuga, zanahoria, fruta, maíz, cereales de desayuno... todo ello bien torceado y sin aliñar (es un poni, ¿no?). No tiene más remedio que comérselo metiendo la cabeza en el bol, manteniendo las manos fuera de uso. Si además no le gusta la verdura, es otro castigo... Para beber, lo mismo, no olvideís que el ejercicio hace perder mucho líquido, y si le obligáis a beber en grandes cantidades tendremos otra faceta de humillación a considerar.

Su sexualidad y necesidades fisiológicas están también en nuestras manos, al igual que como esclavo/a, aunque en una línea diferente. Como veremos más adelante, sus posibilidades varían en función del arnés que decidamos colocarle, pero en un mayor realismo del rol deberíamos autorizarle (en el campo o en su establo, si tenemos) a aliviar vejiga y recto cuando le apetezca, pero sin variar su postura, en pie o a cuatro patas. En cuanto a su excitación sexual, la condicionaremos básicamente por medio del arnés, como se verá más adelante, o bien, si preferimos ver a nuestro poni completamente desnudo, sin arnés, podemos (principalmente en caso de un macho) autorizarle a excitarse o no antes de la sesión como poni.

Aunque nadie puede decirle a un potro que no se excite, sí podemos advertir a nuestro poni que esa excitación será reprimida sin miramientos. Claro que esto es al gusto de cada cual; personalmente opino que es más interesante ver a un sumiso excitado pero que no puede ni siquiera tocarse.

Información de: Las reglas del juego: el manual de BDSM
Escrito por: José Luis Carranco Vega
Editado en España por: Ediciones B

Fotografías de:
(1) Astroluc2
(2) Encordees

No hay comentarios: